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4.11.10

Mejor te lo cuento yo

Mi loco cumpleaños
Fuente: Marmot Art


Un Loco no festeja su cumple, tira literalmente la casa por la ventana y con ella tira también algunas normas que hacen al mismo festejo. Con esa esperanza de diversión los mayores de los oros llegaron al festejo, conociendo en detalle las reglas cumplidas y obviadas por el cumpleañero.

El 6 de oros arrastraba bajo su manda al 7 y al 8 dorados, los tres traían el regalo que pacientemente había elegido el meticuloso 8 de oros bajo el mando y la dirección del sexto y con los ojos compasivos del séptimo esperando en la puerta, aunque también daba algunas opiniones y se encargó de los detalles del moño.
El 10 de oros, apareció tras de ellos con el aliento entrecortado jurando que se había detenido con una emergencia en el camino y no había recordado donde dejó su regalo. Aceptó gustoso sumarse al obsequio en grupo, aunque afirmó que su presente era mucho más distinguido y apropiado y que sólo aceptaba que pongan su nombre en la tarjeta porque ya no había bancos en el área ni comercios abiertos.

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El grupo de oros lo aceptó, una vez más, aunque conocían que detrás de esas excusas sólo había una deuda que jamás saldaría, una vez más se pondrá debajo de las polleras del 6 de oros para encontrar refugio a su desinterés por el Loco y su regalo.
Tironearon en la entrada para elegir quién entregaría el regalo y finalmente el 6 escogió al 8 de oros para ser el representante. El loco los recibió con encanto, se sumaron a una enorme batería de cartas recién llegadas donde la autoría del paquete quedó muy poco clara. El 7 de oros sería el encargado de hacer las aclaraciones correspondientes a cambios al día siguiente.
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La nueve de oros, en cambio, llegó sola unos minutos más tarde y traía consigo un enorme paquete que no quiso descubrir hasta entregarlo al festejado. Muchos quisieron sacarla a bailar y ella disfrutó la noche entera con amigos, pero no temió retirarse sola de la fiesta a la hora que había programado.
- Me vas a tener que disculpar, pero tengo obligaciones que cumplir mañana, me divertí muchísimo, excelente fiesta!! - gritó desde su auto alejándose entre la niebla.

El festejo fue muy largo, el sol disfrutaba del pleno día al terminar la fiesta. Muchos comentaron sobre los oros y sus regalos. Mientras las cartas en el bar comentaban con escalas los mejores regalos que habían visto llegar, el loco jugaba con una delicada quena, estaba encantado con un pequeño paquete que le había traído una carta silenciosa.
-Es una pena que no pueda recordar quien ha traído este bellísimo obsequio, recuerdo que se trataba de una carta con cara gris, algo caída de cara, recuerdo que no traía más alegría que este silencioso instrumento, pero también recuerdo haberla visto resguardada disfrutando la mesa de comidas-.
 - Por lo de silenciosa, no pueden haber sido las espadas - comentó la Reina de oros.
Por la simpleza del regalo, no creo que hayan sido los oros - Pensó más tarde.
- ¿Por qué no? A caso todos los oros tenemos que ser tan extravagantes? - Gritó la Princesa dorada. - ¿Qué hay de la 5 de oros? -
- Supongo que no lo han invitado, no está en las buenas - Sentenció la reina.
- Pues sí, sí lo invité - Afirmó el Loco - Es más, ha sido la mejor invitada, ha sabido compensar con dedicación mi día, me ha traído el mejor de los obsequios, sin pilas, sin controles remotos, un instrumento hecho a mano que inicia mi arte y no la mata ni la aniquila- Miró a los oros del bar, les agradeció por las copas de esa tarde y se fue murmurando "¡¡Contigo pan, cebolla y música!!".

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