Navegando...

30.12.09

Encuentros Cercanos

Las Reinas
Bajo las máscaras de protector y con licuados sobre la mesa, cuatro mujeres pasaban una tarde de sol y playa, como cualquier otra de Punta del Este. Cada grano de arena escondía una nueva discusión, y las charlas se perdían entre las tranquilas aguas de La Mansa. Todo parecía seguir el transcurso normal de la rutina de verano, sin embargo la esculpida imagen del sota de copas levantó polvaredas entre las reinas.La primera en notar su presencia fue la Reina de Espadas, distendida mirando el horizonte nunca había perdido ese extraño placer de observar con aire desde el más allá la escena playera, desde afuera gozaba sin tocar la arena, se paseaba a lo lejos, hasta el agua la tocaba con un aire de respeto. Su brillo se opacó cuando el pequeño copas rodó en el agua junto a la princesa de bastos.


-Qué sencillo es el amor para algunos- dejó salir de su boca, y continuó como si nada.
Ese romance le había costado su matrimonio, muchos año atrás, sabía lo que decía porque conocía el final de esa escena, de hecho todas lo conocían. -No es como un deja vu para ti, bastos?-
La Reina de Bastos, había compartido a ese hombre, ambas lo sabían y a ninguna le quitaba el sueño ese detalle. Burlona, le siguió el juego -Yo diría que en verdad, más que un deja vu, es una pausa reiterada. Pero, a la distancia no recuerdo cuál era el momento del play!-
Y las dos rieron descaradamente, hasta destrozar a la sota por su ineptitud, su juventud, su falta de inteligencia o su absurda tendencia a coquetear.

La Reina de Oros había sido la primera en conocer a ese joven, cuando lo rescató de la miseria y convirtió sus sueños de artista en realidad. Ella seguía teniendo con el enamoradizo muchacho una relación de cariño, que nunca pudo romperse. Quizás porque entre ellos la deuda era más qué fuerte. Se respetaban mutuamente, ella admiraba sus creaciones y él sus sólidos emprendimientos. Pero cuando ella intentó ordenar la vida de él todo se desmoronó.-Le falta constancia, pero evidentemente a ella no le está importando... por ahora-.
Las risas se coreaban y como cotorras seguían disparando las ironías más ingeniosas. Todas reían, menos la Reina de Copas. Ella giraba la cabeza, no quiso verlo, no podía verlo así...

Se había despedido de la sota en plena madrugada, la muchacha lo esperaba al otro lado de la playa y ella lo sabía. Pero tímidamente sintió como ese arrebato de cariño no era suficiente para los dos. Un mar de llantos la había dejado insomne esa mañana, y entre las risas de sus amigas ella sólo soñaba con la cena... Esbozó unas muecas para disimular.
-Siempre aprende tarde a olvidar-, dijo la bastos.
-Es que aún no es hora del olvido para ella - contestó la oros.
-No será la primera ni la última. Cuando llegue ese momento, nosotras estaremos acá- sentenció la espada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario