Al fondo del escenario

-Justo ahora??!!- Gritó el tres de oros y se reunió con sus compañeros para buscar una alternativa. Con las manos despedían gestos, movían al grupo de un lugar hacia el otro. Un tres de bastos desarmó el pequeño campo de trabajo que habían logrado instalar y sin más fue a la búsqueda de un set de filmación más adecuado a la situación.
Dentro de la cantina tres 3 de copas brindaban alegres, las risas se esparcían y en el encuentro había mucho más que vino. Se miraban y apreciaban como quienes se felicitan mutuamente por tenerse cerca, veían pasar las botellas al vaciarse y rogaban por una gota más. Un inesperado milagro ocurrió afuera, y brindaron por ello también.
La lluvia había arrasado con todo, hojas, papeles, pedazos de escenografía y un viento caluroso de enero no dejaba de amenazar. El 3 de bastos caminó unos metros y antes de poder describir lo que necesitaba descubrió el milagro ante sus ojos.
-Una carta de despecho, una carta libre, una carta que conozca el dolor de desgarrarse... eso es lo que necesitamos- pensó. Tomó al perdido corazón desterrado de una espada, lo sentó frente a la destruida fachada de la cantina y ubicó rápidamente a un equipo de trabajo para concretar la escena.
Unos meses más tarde, a la hora de componer los fragmentos de aquel film, los oros y los bastos notaron que el dramatismo de ese corazón no hubiese sido tan crudo y perfecto sino gracias a unas copas que bailaban bajo la lluvia y llenaban sus vidas de fiesta.
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