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3.12.10

No se lo digas a nadie...

El Sol...

El Wood

cuando mira hacia abajo se pone ardiente y quema, arde de egocentrismo, arde de enferma auto-referencialidad constante, quema de ombliguitis aguda hasta alejar todo y encerrarse en sus muros. Confundido en sus espejos se viste de arrogancia y desprecia a todas las cartas mostrando su reinado aún más firme y desatento.
Los bastos, más cómodos conocedores del fuego y sus influencias, cierran sus almas temperamentales y le dan al sol razones para obligarle a la calma. Pero nada será suficiente para que este furioso e incandescente flujo se detenga en su andar destructivo.
La rueda de la fortuna conoce sus ciclos, más tarde que temprano sus fuegos podrán dar nacimiento a un nuevo ciclo. Mientras sus armas se queman con impaciencia, las cartas evitan sus cóleras y se refugian en la calma de las copas y el agua de la templanza.

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