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25.8.10

Mejor te lo cuento yo

De como una princesa deja su copa
Fuente: Muchas Miradas
Había una vez una Princesa de Copas realmente dichosa y bella que veía por la ventana el descuido de las calles. Solía entrenar su tristeza sobre la vereda, cuando veía como desfilaba por la avenida una figura tras otra. Ella caminó por esas calles tanto como pudo, pero sentía que no lograba dejar una huella significativa, fuerte, un presente que durara más que un paso. La sorprendió un descuidado Ahorcado soñando que con la vertical llegaría hasta la próxima esquina, ayudando a quien lo necesite, cayendo y derrapando su cuerpo sin importar su propia dicha.
Lo miró asombrada, siguió de a poco su figura hasta no poder observarlo desde arriba, entonces no tuvo otra opción y se derramó en lágrimas hasta la calle. Cuando lo tuvo frente a frente, miró sus ojos cristalinos y no supo que más decir. Sólo logró implorarle: 
Fuente: El Desmitificador Argentino
-Llevame hasta donde sea más que yo-
El Ahorcado no comprendió el por qué de su suplica, la veía tan bella, tan esbelta, por qué desearía ser alguien más, se preguntó. La tomó en sus brazos y le obligó a pender su cuerpo de un hilo desde un piolín invisible, la llevó con el aire de bondades hasta la primera persona que pasaba.
-Princesa de copas! ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás invertida?- Preguntó la Reina de Bastos.
-No creas, estoy más derecha que nunca-
-Zurda, querrás decir-
-Bueno, ya no sé a que le llaman zurdo hoy, pero seguramente algo así sea-
Fuente: Opera
La Reina de Bastos creyó que esa era una aparición extraña y hasta pasajera de la princesa más enamoradiza de todas. Hasta hizo apuestas con el Rey de Copas para estimar cuánto duraría este nuevo amor por lo no- amados.
Pero nada de eso ocurrió, la princesa despegó de su cuerpo, se transformó en ahorcada y ya nadie reconocía en ella su copa que brindaba con agua bendita a quienes más la necesitaban.
Un buen día el ahorcado la interrogó sobre sus cambios, quiso saber si en su alma aún reconocía aquella bella dama que colgaba de la ventana admirando a quienes pasaban. La princesa sin titubear respondió: Todo cuanto soy, aún hoy que poco queda de mi pasado, es mi mejor versión de mí.

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