Es mejor así...
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Luis Royo - Reina de bastos |
El matrimonio entre el oro y la bastos era perfectamente estable, ordenadamente amable y calmo, una nube de deseos cumplidos y fielmente organizado de mayor a menor y por colores, de claros a oscuros. Las mañanas eran todas similares, aunque la bastos notaba como su esencia se esfumaba en el colorido gris que tomaba su vida, algo de ese rey la tomaba por completo, le atraía su fuerza productiva y sus atentos regalos. Los reproches no encontraban rincones por donde escapar, todo seguía siempre su curso normal y anticipadamente planificado. Pero esa mañana todo cambiaría por siempre.Un sueño sudoroso la despertó alterada y algo desenfrenada, eran recuerdos lejano de otras vidas, supo de inmediato que algo extraño la esperaba para atraparle el deseo adormecido. La calle estaba desierta, era realmente temprano, la reina se dirigía sus tareas habituales, pisaba con fuerza la vereda y se hacía notar a su paso la presencia que dejaba huellas oscuras en las veredas limpias de la pequeña ciudad. Su traje, regalo del ostentoso oro, le tapaba el cuello de dorado y la hacía lucir extravagante. Pero su pulcritud era, por siempre, una materia pendiente en el reinado de su vida, y esta no sería precisamente una excepción a esa regla.